Para el año 1916 había vuelto a ser elegido Hibraìn A. Vásquez; vicepresidente Emiliano Reàtegui; secretario Alejandro Vela Estrella; tesorero Carlos del Águila; fiscal Héctor Espinar; instructor de juegos Favio Casado Ramírez; y vocales Vicente Cornejo, Manuel A. Bartra, Manuel Braga y Manuel D`Almeida.
Todo hacía esperar una marcha normal en sus actividades e incluso en su organización deportiva con la conformación de seis equipos de fútbol, cuyos capitanes, en orden de calidad, Julio Murrieta, Manuel Vacalla, y Concepción Rojas, daba la muestra de creciente progreso. Además creó una sección de sanidad o cruz roja deportiva, la primera entre los clubes, a cargo de Carlos del Águila, flamante farmacéutico, y entre cuyos seis miembros estaba Vicente Cornejo, que desde entonces salía con el equipo, portando el maletín de primeros auxilios, cuando no le tocaba participar con su equipo.
Pero al presidente Vásquez más le interesaba la organización y la instalación definitiva de la confederación.
Analizada la situación con frialdad puede afirmarse que quien la promovía y complicaba era únicamente Vásquez, secundado por algunos enemigos personales de los dirigentes del José Pardo, celosos de la invariable trayectoria que imprimían a la marcha del club, y donde no pudo o quizá no tuvo oportunidad de hacerse notar como hubiera querido y era manifiesto propósito en todos sus actos.
La primera diferencia que provocó en el Loreto esta actitud de Vásquez se produjo cuando hizo entrega de la presidencia a Luís García Torres, sin conocimiento de la directiva, para dedicarse por entero al funcionamiento de la confederación.
En una candente sesión del 8 de junio de 1916, Favio Casado hizo oír su voz de protesta por el procedimiento y sus motivos, pero, el presidente accidental García Torres, supo encauzar tan bien el debate que amainó el temporal que amenazaba a Vásquez.
Pero este, que también era presidente de la Sociedad de la Armonía, institución de su creación de carácter múltiple: deportiva, intelectual, artística, y hasta científica, quiso explotar su influencia a favor de ella y solicitó del Loreto una subvención para la publicación de un órgano periodístico que tenía la Sociedad de la Armonía: “La fuerza”, ofreciendo propaganda que en realidad no necesitaba el Loreto. La subvención fue concedida, pero Loreto sólo obtuvo un número del semanario.
La cosa se agravó cuando próximo el octavo aniversario de fundación del Loreto-la comisión social, presidida por Ricardo Burga, que exitosamente había realizado funciones de beneficio en el cine Amazonas, preparado ya el programa para una velada literario-musical-artística-intervino Vásquez, sin el acierto de dar la debida independencia a la comisión, tratando de modificar el programa.
A esto se agregó que Vásquez se había hecho entregar del tesorero Carlos del Águila, cierta cantidad de dinero del club, en calidad de préstamo, lo que llegó a conocimiento de los socios.
Ricardo Burga denunció ambos hechos y acusó al presidente Vásquez de utilizar los fondos del club en beneficio personal. Sólo el tino de Luís García Torres y la colaboración de César A. Mesìa, pudieron conseguir que el incidente no se agravara, pero, provocó varias renuncias, entre ellas la de Carlos del Águila, que se declaró culpable, pero que ante un llamado de cordialidad y armonía invocados por Mesìa en recuerdo del aniversario, no tuvo mayores consecuencias.
Los festejos del décimo aniversario del José Pardo, coincidían con el octavo de Loreto, y el primero señaló en su programa el día 30 de agosto, que era el dìa del Loreto, como una de sus fechas para el evento que organizó.
Al recibir la invitación, Favio Casado pidió que se la rechazara, pues entendía la utilización de la fecha, como un propósito de obstaculizar los festejos que el Loreto proyectaba.
Pero la mayoría de los socios estaban decididos a cooperar en el sentido de limar asperezas y de este modo llegaron a un acuerdo, según el cual la fiesta del Loreto se realizara el 30 en la plaza Leoncio Prado, modificando el programa del Pardo.
El 24 de septiembre, como una de las primeras actividades sociales del José Pardo, se realizó una velada literario-musical-artística en el teatro Alhambra, con la intervención de distinguidos elementos de la sociedad de Iquitos. De la parte musical se encargó el profesor Lorenzo Luján Darjòn, socio del club.
Con las dificultades que la posesión de la Plaza 28 de Julio ofrecía constantemente, empezaron los socios del Pardo a pensar seriamente en la compra de un terreno para campo de deportes. Melchor Celis así lo propuso en una sesión y nombraron una comisión compuesta por el proponente, Santiago Flores Pinedo y Augusto Morales, para estudiar y plantear el proyecto.
Las actividades deportivas comenzaron el 26 de septiembre de 1916, con un certamen organizado por el José Pardo, en celebración del primer aniversario de la exaltación al mando supremo de la nación, del doctor José Pardo, presidente honorario vitalicio del club.
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