Frontis del Athletic Club José Pardo-1921
La ceremonia de transmisión de mando para el vigésimo periodo institucional del 1º de setiembre de 1923 al 1º de setiembre de 1924 se realizó en privado y la directiva estaba constituida así: Presidente: Ladislao Serrón Torres. Vicepresidente: Jorge Noriega Rengifo. Fiscal: José Antonio Rengifo. Director Técnico: Manuel A. Machado Neves. Secretario: Pedro Enrique Zegarra. Prosecretario: Ernesto Díaz. Tesorero: Melchor Celis. Vocales: Benjamín Rengifo, Gustavo Peláez, Jorge Demetrio Raygada, Juan Daniel Arévalo. Una de las primeras preocupaciones del Directorio fue la devolución del préstamo de S/. 400.00. Para este efecto se planeó la realización de una velada literaria musical gimnástica en el Teatro Alhambra. La Comisión nombrada para su proyecto estaba constituida por Jorge Noriega, Emilio Berger, Lorenzo Lujan Darjón, y Eduardo Noriega, la que a su vez encargó la parte gimnástica a Manuel Burga Soto y Carlos Documet y la parte musical a José Antonio Rengifo y César A. Estrella Ruiz y, para arreglo y ornamentación del teatro a Jesús Menacho y Moisés Darmont. Como la organización imponía reuniones constantes, estas se hacían en el local y a puerta cerrada, cada vez con más confianza. Los capituleros de Álvarez, en constante acecho observaron esta actividad, cada día más franca y descubierta y dieron cuenta a sus jefes. El 18 de setiembre había dentro del local una intensa actividad. La sección de gimnasia preparaba sus ejercicios, las comisiones preparaban el programa y estaban presentes muchos miembros de la directiva y, la sección infantil. La reja de la entrada al corredor sólo estaba entornada, las demás cerradas, tanto porque la situación no estaba completamente calmada, cuanto porque los ensayos que se practicaban, natural era que se hicieran en privado. A las nueve y media de la noche, se presentaron al mando del entonces Mayor de Guardias Juan A. Ostolaza, los oficiales de Policía Absalón Quevedo, Antonio Acurcio y Juan Pages, y los guardias Pío Chávez, Arturo Dos Santos, Domingo Marín y Juan Manuel García y después de un breve cambio de palabras en la puerta, exigiendo 0stolaza la desocupación inmediata del local, penetró al interior con violencia, declarando que allanaba el inmueble para hacerlo desocupar por la fuerza. Nadie trató de huir. Más bien se agruparon en el salón de sesiones, donde Jorge Noriega, después de un breve cambio de opiniones con los presentes, empezó a dictar al secretario Zegarra un Acta donde hacía constar el allanamiento de domicilio, las circunstancias en que fue practicado y la nómina de los presentes, así como los nombres de los agresores. A continuación y una vez firmada el acta por todos los presentes, Ostolaza condujo detenidos a Ladislao Serrón, Pedro Zegarra, Manuel Rosell Santolaya, Baltasar Eguren, y Juan Daniel Arévalo, que fue quien se le enfrentó en la puerta. Los demás y el público que se había aglomerado a la puerta, siguieron como en una manifestación a los detenidos y al piquete de la policía, hasta el local de la Intendencia, donde permanecieron por espacio de dos horas, pues el Subprefecto J. Abel Vega, avisado inmediatamente, se constituyó al cuartel y puso en libertad a los detenidos, increpando acremente, según aseguraron los oyentes, al Mayor de Guardias Ostolaza, por su conducta, que se supo después, fue encaminada por ordenes de la Prefectura. Al día siguiente, citados a la Subprefectura, concurrieron Jorge Noriega y José Antonio Rengifo, y el Subprefecto les transmitió las ordenes de la primera autoridad, mejor dicho las condiciones únicas en que podía continuar subsistiendo el club como institución. Ellas eran: que debía desaparecer el nombre que ostentaba en la fachada o ser cambiado por otro nombre y que sobre lo sucedido no debiera hacerse ninguna reclamación ni menos hacer público los atropello cometidos contra el club.
En la misma noche se reunieron en sesión y acordaron declarar públicamente desechadas dichas condiciones por inaceptables, y reafirmarse en el propósito de entablar acción judicial contra el Mayor de Guardias Ostolaza, por el delito de abuso de autoridad y allanamiento de domicilio, la que se inició el 22 de setiembre, prolongándose el proceso hasta el año 1,925. Estos hechos, que provocaron el repudio de la opinión pública, fueron motivo para que el general Álvarez, tardíamente convencido de que no había de conseguir sus propósitos de servilismo político, suavizara su persecución y ensañamiento. De esta manera en forma paulatina fue recobrando el club su libertad y derecho de reabrir sus puertas, entrando a la actividad deportiva en forma normal. El 19 de octubre se declaró oficialmente en sesión, levantado el receso de la institución, en un Acta que firmaron todos los asistentes. En diciembre se realizó la velada con un nutrido programa y que tuvo un feliz éxito artístico y económico, esto último muy necesario dadas las obligaciones pendientes que tenia el club. Pero el sonado caso de la persecución habría de tener todavía repercusiones internas. Así fue que el 14 de mayo del 24, presentaron Gustavo Peláez, Jorge y Eduardo Noriega una denuncia contra Ladislao Serrón, el presidente, en el sentido de que éste había sido quien había ofrecido al general Álvarez el cambio de nombre del club, cuando viajaron-lo mismo que Mario C. Tejada-juntos en el “Presidente Leguía” Después de un largo y acalorado debate, con todas las formalidades de una acusación fiscal, defensa y hasta banquillo para el acusado, se tuvo que desestimar la acusación por carecer de fundamento, y se declaró absuelto a Serrón. Un análisis sereno de las circunstancias hacía llegar efectivamente a esta conclusión. La acusación no comprobó que fuera cierto lo que se le atribuía a Serrón. Éste afirmaba que dos de los firmantes eran enemigos personales suyos y por último, lo más importante: durante la campaña desatada contra el club, Serrón había demostrado completa unidad de pensamiento y acción contra los procedimientos de la primera autoridad y en ningún momento, ni siquiera había insinuado la aceptación de las exigencias de Álvarez. Quedaba en cambio definida la situación de Mario C. Tejada. Había utilizado la presencia y compañía de Serrón en el viaje del “Presidente Leguía”, para algunos oscuros manejos de fines políticos cerca de Álvarez, y cuyo alejamiento del club se hizo notorio, al par que demostraciones de adhesión hacia Álvarez y su política. De este modo el 17 de mayo, Serrón herido en los mas íntimo de sus sentimientos, presentó renuncia del cargo de presidente del club, reconsiderándose con motivo de esta renuncia, el voto de confianza que se le había otorgado cuando su absolución. En cuanto a Mario C. Tejada y el general Álvarez, a pedido de Eduardo Noriega y por unanimidad fueron expulsados de la institución. Álvarez había sido declarado socio honorario en 1,912, siendo Jefe de la extinguida Región Militar de Iquitos. En la citada fecha se hizo cargo de la presidencia Jorge Noriega Rengifo quien desempeñó el cargo hasta la finalización del periodo. En los primeros días de abril de 1,923 se fundó en Muyuy el Club Sport “Liviano” que fue reconocido por la Federación Sportiva como militante de la Federación, y empezó a actuar alternando con los clubes de Iquitos en el año 1,924.
En la misma noche se reunieron en sesión y acordaron declarar públicamente desechadas dichas condiciones por inaceptables, y reafirmarse en el propósito de entablar acción judicial contra el Mayor de Guardias Ostolaza, por el delito de abuso de autoridad y allanamiento de domicilio, la que se inició el 22 de setiembre, prolongándose el proceso hasta el año 1,925. Estos hechos, que provocaron el repudio de la opinión pública, fueron motivo para que el general Álvarez, tardíamente convencido de que no había de conseguir sus propósitos de servilismo político, suavizara su persecución y ensañamiento. De esta manera en forma paulatina fue recobrando el club su libertad y derecho de reabrir sus puertas, entrando a la actividad deportiva en forma normal. El 19 de octubre se declaró oficialmente en sesión, levantado el receso de la institución, en un Acta que firmaron todos los asistentes. En diciembre se realizó la velada con un nutrido programa y que tuvo un feliz éxito artístico y económico, esto último muy necesario dadas las obligaciones pendientes que tenia el club. Pero el sonado caso de la persecución habría de tener todavía repercusiones internas. Así fue que el 14 de mayo del 24, presentaron Gustavo Peláez, Jorge y Eduardo Noriega una denuncia contra Ladislao Serrón, el presidente, en el sentido de que éste había sido quien había ofrecido al general Álvarez el cambio de nombre del club, cuando viajaron-lo mismo que Mario C. Tejada-juntos en el “Presidente Leguía” Después de un largo y acalorado debate, con todas las formalidades de una acusación fiscal, defensa y hasta banquillo para el acusado, se tuvo que desestimar la acusación por carecer de fundamento, y se declaró absuelto a Serrón. Un análisis sereno de las circunstancias hacía llegar efectivamente a esta conclusión. La acusación no comprobó que fuera cierto lo que se le atribuía a Serrón. Éste afirmaba que dos de los firmantes eran enemigos personales suyos y por último, lo más importante: durante la campaña desatada contra el club, Serrón había demostrado completa unidad de pensamiento y acción contra los procedimientos de la primera autoridad y en ningún momento, ni siquiera había insinuado la aceptación de las exigencias de Álvarez. Quedaba en cambio definida la situación de Mario C. Tejada. Había utilizado la presencia y compañía de Serrón en el viaje del “Presidente Leguía”, para algunos oscuros manejos de fines políticos cerca de Álvarez, y cuyo alejamiento del club se hizo notorio, al par que demostraciones de adhesión hacia Álvarez y su política. De este modo el 17 de mayo, Serrón herido en los mas íntimo de sus sentimientos, presentó renuncia del cargo de presidente del club, reconsiderándose con motivo de esta renuncia, el voto de confianza que se le había otorgado cuando su absolución. En cuanto a Mario C. Tejada y el general Álvarez, a pedido de Eduardo Noriega y por unanimidad fueron expulsados de la institución. Álvarez había sido declarado socio honorario en 1,912, siendo Jefe de la extinguida Región Militar de Iquitos. En la citada fecha se hizo cargo de la presidencia Jorge Noriega Rengifo quien desempeñó el cargo hasta la finalización del periodo. En los primeros días de abril de 1,923 se fundó en Muyuy el Club Sport “Liviano” que fue reconocido por la Federación Sportiva como militante de la Federación, y empezó a actuar alternando con los clubes de Iquitos en el año 1,924.
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